- La verdad, es la única mujer cuerda a la que le he gustado.- ¿Por qué dices eso?
- Porque las demás han sido puras locas.
- Ah. Bueno, entiendo lo que dices.
- Siempre hay una, que no debemos dejar ir.
- Supongo. La verdad, no estoy seguro de nada.
- Yo tampoco, pero como decía Mulder, "I want to believe".
- Es que hasta las más cuerdas tienen sus arranques de changos. - Lo sé. Pero las nuestras son cuerdas. O al menos lo fueron mientras... bueno, vivieron.
- ¿Si las comparamos con las otras?
- No, de por sí eran cuerdas. No hacían escándalos, no amenazaban con matarse, no eran escort, no vomitaban lo que acababan de comer, no inventaban un pasado lleno de opulencia ni aspiraban cera Kit en spray. Eran cuerdas.
- Sí, en eso tienes razón. Pero tenían carácter, y eran cambiantes de ánimo.
- Detalles. Quién no es cambiante de ánimo.
- Supongo que todos. Pero no es el punto.
- Sí, ya sé.
- ¿Y?
- Creo que tú deberías ir primero con la metralleta, y yo apoyarte con la de repetición.
- No tiene sentido. Eres un idiota para planificar estrategias de supervivencia.
- La última vez que te vi, no tenías una boina verde en tu cabeza.
- Y la última vez que te vi, eras un idiota.
- Deja de hablar estupideces. Hay zombies que quieren nuestra sensual leche.
- Y cómo podría negarles mi hombría a una horda de zombies.
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