Cuando la vida te sacude en un momento inesperado: tómate un segundo para detener lo que estás haciendo, y el siguiente para tomar una decisión acorde a tus valores morales. Nadie sabe cómo nos va a tomar, ni dónde, ni cuándo, pero siempre debes recordar que sólo somos una ínfima parte de este mundo, tan pequeños y tan livianos que sacudirnos hasta dejarnos caer no toma más que un momento, que si la tierra sólo hace un pequeño acomodo nos puede hacer sucumbir en un instante.
Es ahora cuando pienso en lo que sentirán los pequeños bichitos que a veces uno aplasta al sentarse en el pasto: uno hace un pequeño acomodo de las piernas y ellos sucumben bajo nuestro peso, y aplastamos sus casas y todo lo que con tanto esfuerzo han construido; y si con esto batimos una pequeña pocita de agua, peor. Y no es que con esto me ría de la situación, para nada, es sólo que debemos reconocernos en nuestras grandezas y debilidades. Y muchas veces nos creemos superhéroes y nos olvidamos en qué país vivimos. Y construimos la casa a la orilla de la playa, con aquella hermosa vista al mar; o compramos ese departamento en el piso doce, porque desde su terraza podemos observar la grandiosa e imponente cordillera; o tenemos nuestra casa en una ciudad en crecimiento, con supermercados y comercios cercanos, pero nunca tenemos lo necesario para sobrellevar la normalidad durante un día sin luz ni agua.
Uno, finalmente, es el resultado de las decisiones que toma toda su vida. Y también de la gracia del destino, con ese porcentaje que no se lo podemos atribuir a nada. Pero son las situaciones límite las que te estremecen y te hacen reaccionar de una u otra manera. Y probablemente ahí solamente puedas darte cuenta que en realidad no eras aquella persona tan íntegra en valores que siempre creíste que eras. O que sí, de acuerdo al caso. Y tras esto, también date un momento para pensar y analiza tus acciones. Es decir, está bien, no somos supehéroes ni para siempre tomar las mejores decisiones ni para actuar de la forma más honrosa en todos los momentos, pero modificar conductas y compensar las faltas siempre nos hará ser mejores personas. Por algo se supone que nos dieron inteligencia, sino...¿ para qué tantas neuronas en nuestro cerebro si no podemos razonar?
El que se nos mueva el piso no simplemente derrumba casas, sueños, vidas. Peor aún, hace sucumbir los valores de la gente y forja el miedo. Pero aquellos que ante la adversidad no caen, con mayor orgullo pueden mirarse a sí mismos y ayudar a que en un pueblo en desgracia resurja lo mejor de nosotros y se potencie con ímpetu y alevosía aquella humanidad que nos diferencia del resto de las criaturas.
Tomémonos un tiempo para pensar, que éste probablemente no será el único remezón que tengamos en nuestra vida (si hablamos con nuestras familias ya habrán sacado la cuenta). Y cada vez que la vida te sacuda, recuerda que puedes ser mejor de lo que fuiste.
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1 Comment
El terremoto social es lo más sorprendente de este suceso grado 8,8 en la escala de Richter. Gracias a dios los míos están de una pieza, física y psicológicamente.
Sólo resta dar fuerza a nuestros compatriotas que no tuvieron la misma suerte.
Un saludo.
TNA.
Posted on sábado, marzo 13, 2010
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