Lamest Hits (v2.0 Beta)

Hace menos de una semana, perdimos a Tornallis en un bosque, a no muchos kilómetros de aquí. Algunos están nerviosos, porque no aparece y Marcus lleva muchos días tratando de encontrarlo, y no ha vuelto con nosotros. Para la mayoría, la ausencia de Marcus no es relevante, pero no entienden lo crucial que él es en nuestra campaña.

Claudia lo sabe. O, al menos, creo que comienza a sentirlo. Marcus está cuerdo y sobrio cuando ella no lo está. La ayuda a salir de su habitación y la esconde del resto cuando los días son malos. Pocos estamos enterados sobre la condición de Claudia, pero muchos más entrarían en pánico si Marcus no evitara que la vieran así.

Es posible notar cómo ella lo mira ahora. Sabe que depende de él, y está ansiosa por verlo volver. A Claudia no le importa demasiado lo que pase con Tornallis. Es Marcus quien puede ayudarla cuando necesita sus dosis, o desea evitar la vergüenza. Pierde el control, y lo sabe. Mira a los que aún estamos a su lado, a quienes la hemos seguido a través de tantos horrores y durante valientes escapes y enfrentamientos sangrientos. Y sabe que, sin Marcus a su lado, todo se derrumbará.

Y, pese a que Marcus me ha sugerido no cuestionarlo, no puedo evitar sentir lástima por ella. Me distancio cada vez más de nuestra líder. Es sólo una sombra de sí misma, que necesita que la lleven de la mano a todos lados y no es capaz de tomar una ducha sin ayuda. Ignora todo lo que pasa con su gente, no conoce nuestros nombres. Tiene dificultades para recordar a Marcus todos los días, y en cierto modo, creo que se ha condicionado a emparentar la cara de mi amigo con la de su medicina.

Pero ella no lo ve. No realmente. Hace bastante que creo que nunca lo verá, jamás sabrá quién es Marcus. Cuál es la razón de su lealtad. De su valentía, y su astucia para soportar torturas que aún desconozco, con tal de volver a ella. Marcus ya no se permite pensar en eso. Algunas cosas, dice, no están destinadas a terminar bien, y cualquier intento por forzarlas podría ser catastrófico. Él cree que, cuando seguimos ciegamente al corazón, perturbamos la paz de muchas personas en el camino. Y eso no es un lujo que él busque darse, ni tampoco es apropiado en estos tiempos que vivimos.

Como siempre, me opongo a su terquedad y a su forzada frialdad. Se ha vuelto gris, y triste. Está solo, incluso entre los suyos. Conmigo. Los demás no valoran el sacrificio que ha hecho, durante estos dos años. No saben quién es, y no comprenden porqué está al lado de nuestra líder, a quien ellos ven con tanta admiración. Una persona como él, murmuran, no tiene lo que se necesita para ayudar a liderar. Es un ignorante, un vagabundo, alguien que fue abandonado al nacer y a quien todos lo han dejado. Creen que aquello tiene una razón. Son supersticiosos, y piensan que es una mala influencia para Claudia. Que atrae las catástrofes. Que los desaparecidos son, en cierto modo, su culpa.

Sin embargo, Marcus selló sus inseguridades en algún sitio al que no me deja acceder. Teme el poder que tengo sobre él. No permitirá que las cosas salgan de control. Y, por mucho que me duela estar lejos de él, sé que esa determinación insana por mantener las cosas en orden y a Claudia libre de peligro, lo hará volver sano y salvo, con más respuestas que preguntas.

Cuando eso ocurra, estaremos preparados. Yo haré que me escuchen. Puedo hacer más por nuestra gente que aquella muerta en vida que posa como nuestra líder. Esa aristócrata confundida, enferma e incapaz de sentir amor por nadie. Poco sabe ella que es precisamente el amor, ese sentimiento que su mente loca desconoce, lo que nos ha mantenido vivos todo este tiempo.

Seguiremos luchando, si tenemos que hacerlo, y nos moveremos esta noche, de forma abrupta. Marcus sabrá encontrarnos. Siempre llegará hasta ella.