Aquí están las primeras líneas de "Ciudad Muerta", para que conozcan a Claudia, mi especial protagonista. Que disfruten el texto, y no duden en dejar un comentario!
Claudia está sentada en la silla de madera que heredó de su abuelo, frente a la mesa de la cocina. Nunca descansa la espalda en el respaldo, pues piensa que cuando lo hace, su cabeza tiende a irse hacia atrás, y teme desarrollar escoliosis. En realidad, no sabe si esa es la forma en que se produce dicha enfermedad, pero siempre le ha parecido un miedo lógico. Claudia está llena de miedos lógicos.
El mundo es un sitio inmenso y lleno de peligros. Para Claudia, al menos. Mueve su pierna derecha nerviosamente mientras lee la caja de cereales. Piensa que debería estar leyendo la caja de leche, y asegurarse que no tiene grasa. No quiere más grasa, ya tiene suficiente con la que su cuerpo carga desde que tiene memoria. Pero Claudia tiene mala memoria, y pesa cuarenta y nueve kilos. Sigue leyendo la caja de cereales. Le aterra enterarse que está comiendo más grasa de la que su mente podría tolerar. Y tanto ella como su hermana Sabine saben que la mente de Claudia tiene poco espacio para la tolerancia.
Sabine tiene dos años más que Claudia, y vive con su novio. En el mismo departamento que Claudia, por cierto. Sabine es pelirroja, aunque no natural. Alguien le dijo un día que la única forma para que su extrema y eterna palidez pareciera sexy, era teniendo el cabello rojo. Claudia, en cambio, tiene el cabello negro. No natural, por cierto. Alguien le dijo un día que su extrema y eterna palidez sería mucho más extraña e incómoda si teñía su rubio cabello a un color más oscuro.
Claudia tiene al menos una talla menos en todo que Sabine pero ambas son delgadas. Un observador casual diría, sin embargo, que Sabine, sus pecas y sus pechos redondos y altaneros podrían detener el tráfico cincuenta veces en una sóla mañana, mientras que Claudia, sus ojos verdes siempre opacos y sus pechos pequeños y blancos como la crema batida podrían hacer que todo un banco se sintiera increíblemente cerca de la guadaña de la Muerte.
Hoy, Claudia sabe que Sabine se irá del departamento. La oyó discutir con su novio hace algunos días. Sabine es temperamental y orgullosa. Francisco, su novio, sólo quiere complacerla, pero espera cambios que Sabine no estará jamás dispuesta a ofrecer. Son infelices y ella es incapaz de asumir la culpa. Por eso, tiene que irse. Claudia siempre pide disculpas, así que no entiende a su hermana. Sabine es astuta, de palabra fácil y frecuentemente consigue lo que quiere. Claudia no sabe lo que quiere, y las pocas certezas y deseos que ha tenido, se han quedado muy en el fondo de su nerviosa e insegura mente.
Sabine entra a la cocina. Claudia contiene la respiración. Desde los seis años, la presencia de su hermana mayor la intimida más que cualquier otro horror cósmico que la delgada periodista podría imaginar en sus peores noches de pesadillas. Sudor helado. Una cosquilla intensa y morbosa en la espalda. Manos que tiemblan, las abre y las cierra compulsivamente. Ensaya en su mente un par de frases, pero concluye al instante que son estúpidas, Sabine seguramente las descartará. La pelirroja prepara café mientras mira las noticias en televisión. Un vehículo cargado de inmigrantes ilegales volcó tras chocar a un camión de frutas. Claudia piensa en comenzar la conversación haciendo mención a la noticia, romper el silencio. Pero la noticia se acaba; dudó demasiado.
El rostro de Sabine tiene facciones angulares, casi nórdicas. Su nariz es larga y puntiaguda, y sus pómulos altos. Claudia tiene tres arrugas en la frente, y arrugas pequeñas junto a los ojos, como si riera muchísimo. Pero Claudia no ríe. No conoce motivos para hacerlo. Ama cosas que no puede tener, no sabe decir lo que siente y la han traicionado más veces de las que quisiera recordar. Se ahoga en llanto con facilidad, y se tapa la boca con la mano para que nadie la oiga. Se siente ajena en su propia casa. Cree firmemente que Sabine se sentiría avergonzada de ser su hermana si supiera los pensamientos que pasan por su cabeza. Los ojos de Claudia tienen tres brillos permanentes, como si siempre estuvieran cubiertos de agua, y hace una mueca que es similar a una sonrisa, pero con la mitad de la boca. Tiene pecas en los pómulos y la nariz, pequeñas y sólo visibles si se le mira fijamente. Pero ella suele esconder la cara.
Sabine se sienta frente a Claudia, y apoya los puños en la mesa. Claudia brinca levemente en su asiento, y mira hacia el suelo. Sus lentes comienzan a deslizarse lentamente por su pequeña y respingada nariz, y su mano tiembla cuando se los ajusta.
- Nunca te comprometas con un hombre. Prométeme que no lo harás.
Claudia guarda silencio. Sabe qué quiere decir, pero teme que suene mal, caiga mal, o simplemente no tenga sentido.
- ¿Qué te pasa? Estás muy callada hoy. ¿Dormiste bien?
- ¿Vas a irte?
- Tengo que irme. Tú también, si quieres mantener tu trabajo.
- Me refiero a otra cosa.
- Sé a qué te refieres.
- Oh. Entonces, ¿te irás?
- Sí. Sabías que llegaría el momento en que tendría que seguir mi propio camino. Aunque vivir contigo es casi como vivir en una comedia constante, este lugar ya no guarda buenos recuerdos para mí. Es difícil respirar aquí ahora, sabes.
- Entiendo. Aprecio tu sarcasmo, por si acaso.
- Claudia, no lo tomes como algo personal. Si tuviera otra opción, la tomaría.
- Podríamos... irnos las dos.
- No. Claudia, tienes veintidos años, y ya va siendo hora que sigas tu propio camino. Si me quedo contigo un año más, será peor para ambas. No podemos seguir creciendo juntas, nuestros caminos se separaron hace mucho tiempo. Además, tengo que empezar a preocuparme de mí, no puedo cuidarte siempre.
- Está bien.
- No me digas que está bien. Es muy difícil para mí, pero sabes que si no tomo la decisión por ti, nunca lo harás. Créeme, tú necesitas esto mucho más que yo. Sal a divertirte, conoce gente, tal vez un chico. Eres una bellísima mujer que ha malgastado su juventud sintiendo lástima de sí misma y odiándose frente al espejo.
- No sé hablar con la gente, Sabine.
- Eres periodista. Lo que mejor haces es hablar con la gente.
- Pero no sé hablar sobre mí.
- Lo harás bien. Oye, tenemos que irnos, es tardísimo.
Claudia no puede manejar su automóvil. Se siente débil, y sola. Traicionada, abandonada, desamparada y desnuda. Va junto a su hermana, quien le habla sobre el nuevo departamento donde piensa irse esta noche. Le entregaron la llave hace dos semanas. Ha estado llevando cosas en la hora de almuerzo, mientras Francisco y Claudia no estaban. Sabine hace un par de bromas, pero Claudia no ríe. Quiere llorar, desea morir. Su soledad es abismal, y su angustia insoportable. Se bajan del vehículo, el viento las despeina. Se miran largamente. Sabine sabe que Claudia no volverá a casa esta noche, y no podrán despedirse. Esperar aquello de la tímida y melancólica muchacha sería demasiado. Claudia sabe que no volverá a ver a Sabine. Probablemente su hermana viajará lejos, mientras ella seguirá en su rutina; no tiene las agallas para probar algo diferente.
Caminan en direcciones opuestas, y no se volverán a encontrar. Claudia ya no desea llorar. Duda que lo haga en un buen tiempo. Su dolor será grande, pero soportable. Sabine ya no piensa en ello. Ha conocido a alguien más, hace algunas semanas. Esta noche dormirán juntos.
Sabine hace algo que me enferma, todas las mañanas. Enciende el televisor, sintoniza las noticias y sube el volumen, mientras vierte agua en su tazón azul y prepara un café de grano. No mira la pantalla, ni siquiera despega la vista de la cafetera y de sus galletas de agua. Es como si pusiera ese programa para mí, diciéndome "Claudia, es hora que madures y dejes de perseguir bandas de rock de niños problema, mira lo que pasa realmente en el mundo, tú debes participar de aquello".
Pero jamás lo dice. Se levanta de la silla y lava su tazón y plato, sin abrir la boca. Y, en el auto, minutos más tarde, me desea un buen día y besa mi mejilla. La sociedad está en crisis en todos lados, y no es sólo el horror que vemos en televisión. Yo escogí documentar algo mejor que las desigualdades producidas por los imperios económicos que ella ayuda a edificar. Podría hacer más y mejor trabajo, pero no tengo la obligación de difundir sus logros para hacerla sentir cómoda con sus decisiones. De cualquier modo, ella está en su oficina regañando a inversionistas que miran su escote mientras desechan al instante todo lo que ella se desvela por calcular, y yo enciendo mi tercer cigarrillo de la mañana, mientras espero al baterista de 'Hard Coding' en un café del centro. Las pequeñas victorias son siempre las más sabrosas.
Pero jamás lo dice. Se levanta de la silla y lava su tazón y plato, sin abrir la boca. Y, en el auto, minutos más tarde, me desea un buen día y besa mi mejilla. La sociedad está en crisis en todos lados, y no es sólo el horror que vemos en televisión. Yo escogí documentar algo mejor que las desigualdades producidas por los imperios económicos que ella ayuda a edificar. Podría hacer más y mejor trabajo, pero no tengo la obligación de difundir sus logros para hacerla sentir cómoda con sus decisiones. De cualquier modo, ella está en su oficina regañando a inversionistas que miran su escote mientras desechan al instante todo lo que ella se desvela por calcular, y yo enciendo mi tercer cigarrillo de la mañana, mientras espero al baterista de 'Hard Coding' en un café del centro. Las pequeñas victorias son siempre las más sabrosas.
Claudia deja el departamento. Sube lo esencial a su automóvil, a las cuatro de la madrugada, y se queda un par de días en un hostal. Se va a vivir a un nuevo barrio, a un departamento más pequeño. Más oscuro, más simple. Algo que la hace sentir en casa.
Claudia escucha un grito, y contra toda probabilidad, mira por la ventana. Es una adolescente, rubia, delgada y pálida. Parece enferma. Dos hombres grandes y obesos la acosan. Manosean sus piernas, intentan rasgar su ropa interior. Uno de ellos la amenaza con un cuchillo. La joven suelta un gemido de resignación, apagado y triste. La periodista es tímida, insegura, miedosa. Pero curiosa. Y cuando la periodista reemplaza a la mujer, es imparable, como si un espíritu guerrero tomase su cuerpo y la llevase a puntos insospechados. Claudia baja por la escalera, y lanza una lámpara a los asaltantes, desde las sombras y resguardando su delgado cuerpo. Los sujetos huyen, y la joven sube a la aterrada desconocida a su nuevo departamento, sin muebles y lleno de cajas de cartón.
La improvisada paladina no abre la boca. No sabe cómo subió a la chica, ni cómo logró ahuyentar a los maleantes. Sólo ella, frente a una desconocida. Ambas asustadas. Una, con justa razón. La otra, cree tenerla.
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2 comentarios
Sabine es una persona muy fuerte y es admirable también, pero no es bueno ser tan orgullosa sirve en algunas ocasiones pero en otras no, uno puede perder lo que mas quiere al igual que lo temperamental.
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Claudia la persona que tiene miedo de lo desconocido, que se ahoga en su sufrimiento la protagonista que todos sentimos alguna vez en nuestra vida, nadie puede decir que nunca ha sentido miedo de lo desconocido y de muchas cosas, por algo uno al conocerla la encuentran simpática (como tu dices) , ya que todos se sienten reflejados en ella. Sus miedos son los “Miedos” de toda gente en este mundo algo normal y bueno porque cuando uno los supera se logra más.
Muchos no quieren su cuerpo como Claudia, tienen vergüenza de si mismo y prefieren aislarse de la sociedad, mucho más si la han traicionado tanto, que prefieren hacerse invisible ante todos. También esa parte en que le cuesta hablar con la gente hablar de si mismo algo que no es muy fácil de para toda la gente hablar de sus sentimientos. Encuentro que si se quisiera más a ella misma no tendría tanto miedo a lo desconocido pero todo lo que paso la hizo crecer con ese miedo. (También no habría historia que contar ^^).
Después de enterarse de que su hermana se iba a mudar se siente triste como que le quitaron algo de su corazón como dice se siente traicionada, ya que su único respaldo se iba, pero en si algo necesario aunque suene fuerte, la parte en que ella tendría que seguir un camino diferente a la de su hermana algo que para ella significa crecer, socializar con el mundo exterior seguir su propio rumbo sola, miedo de todo humano seguir su camino, que deparara a cada uno en su futuro. Pero la gente debe crecer y seguir su futuro y no estancarse en el pasado para crecer y ser fuerte quitar sus miedos y ser felices con lo que tienen algo que debe aprender Claudia en su recorrido y cada uno también. Su camino empieza cuando ayuda a la joven lo que demuestra que claudia es buena persona aunque no lo sabe todavía y le falta por descubrir muchos son curiosos como le paso a ella pero no todos ayudan a otra persona en esos casos prefieren mirar y no hacer nada, en vez de ir en auxilio del que lo necesita.
Bueno ahí termina mi gran comentario y no se si estará bien o si me falto algo tambien como empezaba su camino al ayudar a la muchacha, me gustaría saber que piensas tu o si algo te molesto de mi opinión. te habrás dado cuenta que analice mas a claudia ya que fue quien me llamo mas la atención en la historia en algún otro momento te hago una análisis a tu otra parte de la historia igual me costo hacer el comentario o análisis. Te doy 5 ESTRELLAS a tu historia es bastante interesante o para mi es bastante interesante hasta la próxima Adios
Posted on lunes, marzo 22, 2010
Hola, agradezco tu comentario y tus buenas palabras hacia el texto. La verdad, esta entrada es parte del primer capítulo que aún estoy escribiendo, y presenta a los personajes en sus características principales; por eso, trato de resaltar sus virtudes y defectos, aunque como señalas, de los defectos muchas veces uno tiene más conciencia que de las virtudes.
Te invito a seguir leyendo, pues en las próximas entradas profundizaré más en Claudia, así como en los demás personajes.
Posted on lunes, marzo 22, 2010
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