No voy a decir que fue un placer. En esta ocasión, me saltaré las formalidades y la buena educación. Padre siempre me dijo que no había que perder las buenas costumbres, incluso en momentos de máxima ira o goce. Pero me tomaré la libertad de faltar a su enseñanza, al menos por esta vez.Sin duda alguna, no fue agradable. Tú no me gustas, y yo no te gusto. Sí, has dado cuna a gente que quiero mucho, y a otros que no quiero tanto, pero son agradables. A otros, que no me molestaría ver morir, también los has cobijado. Pero son excepciones a una regla que es más asquerosa que cualquier trozo rectangular de madera, graduado con líneas talladas a la fuerza, que podría imaginar.
Te conozco hace 27 años, y siempre has estado corrupta. Dirían algunos, que no hay forma de que dejes de ser el sumidero de podredumbre que has sido durante todo este tiempo. La gente se retuerce en tus calles, trepa tus inmundas paredes y revolotea insanamente entre tus escombros. Tus sábados están llenos de desperdicios, y las noches son vacías, corrientes, y sin espíritu. No hay motivo por el que quisiera volver a este maldito agujero.
Y digo maldito con propiedad, porque todo el que sale de aquí, parece regresar, por algún motivo de fuerza mayor. Trabajo, familia, llámalo como quieras; los haces volver, a vivir entre sombras, como seres supeditados a un destino que ya no pueden controlar. Los atas a tu voluntad, para seguir alimentando esta fábrica de pesadillas.
Por más que lo lamento por aquellos que siempre han querido estar fuera de aquí, no dejaré pasar la oportunidad. Esperé mucho, ¿sabes? Si bien no sabía qué quería hacer con mi vida hasta hace muy poco, algo siempre estuvo claro: abandonarte era una necesidad. No te soporto, y tus calles me dan asco. Tu gente está condenada. Si pudiera llevarme a todos los que quiero conmigo, lejos de tus intrigas y tus macabras costumbres, ciertamente sería un hombre pleno. Sin embargo, tomaré mi boleto de salida, mientras puedo, y no miraré con orgullo y satisfacción hacia atrás mientras me dirijo a un infierno aún peor. Pero al menos, iré hacia él voluntariamente, y no habrá nadie que me ponga los grilletes más que yo.
Porque soy un hombre libre y, cuando regrese a tu suelo, sabrás que no estaré bajo tu influjo. Y me iré cuando quiera, con quien yo quiera, y me verás partir una y otra vez. Te desafiaré, retaré al destino de todos los que parten y, finalmente, regresan para siempre. Excusa tras excusa, los retienes aquí, para consumir sus almas y hacerlos tus sirvientes. Pero si algún día regreso para siempre, ten por seguro que sólo lo haré en un ataúd de ébano.
Escupo en tu suelo, que nada me ha dado. Han sido algunos de tus hijos, la resistencia, quienes se quedarán a mantener un estilo de vida que no autorizas, y ante el cual te opondrás con insolencia, a través de la cesantía, la amargura, la enfermedad y la pobreza. Yo... Bueno, no soy precisamente un idealista. Me gustaría creer que volveré con más recursos para ayudar a los rebeldes a mantener las barricadas, pero, al menos hoy, no quisiera mentir en vano.
Aprovecha tus tiempos de gloria, Santa María de Los Ángeles. Nunca se sabrá cuándo acaben los días de bonanza, y sea tu suelo el que comience a opacarse. Espero vivir, no obstante, para observar, desde lejos y a través de los testimonios de tu gente libre, tan maravillosa historia.
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