- Sabes, el otro día pensaba en algo.- ¿En qué?
- Nada malo, no te preocupes.
- Pero te pones serio para decirlo.
- No sé, no me había dado cuenta. Supongo que es porque tú le pones más atención a la forma en que digo las cosas. Bueno, pero te cuento lo que pensaba. ¿Qué pasará ahora?
- No entiendo, ¿a qué te refieres?
- ¿Conoces esa sensación, que uno tiene cuando todo termina bien?
- Claro que sí, pero no entiendo en qué contexto lo dices.
- Es que, todo salió bien, ¿cierto? Ya estamos los dos acá. Y no quedó nada inconcluso, allá. Todos están mejor que nunca, de hecho. No es que tenga mucha relación con lo que me pasó en estas semanas, pero fue una coincidencia curiosa. Todos están muy felices; los que son pareja, se ven bien. Los que están solos, están en equilibrio. Es como si no hubiera mejor momento para partir. Todo es preciso.
- Pero eso a mí me parece bueno. ¿Cuál es el problema?
- No lo sé. Es sólo que, cuando no todo termina tan bien, hay aristas del "argumento" que permiten que el escritor pueda reintroducir a los personajes, más adelante. Si lo único que hay es cariño genuino, y amistad, no basta para mantener al lector pegado.
- La vida no es un libro.
- Sí, pero tiene un guión, y alguien o algo lo escribe. Generalmente, hay horror porque eso engancha a la gente que lee, pero en momentos así, es como el final de una temporada.
- Como si simplemente, se supiera que esos personajes no van a volver, porque se acabaron los argumentos con ellos. ¿Eso dices?
- Algo así.
- Por suerte, la vida funciona mucho mejor que una serie de televisión.
- ¿Cómo así?
- Los guiones son más incoherentes, hay cosas realmente impopulares para el público que de todas maneras pasan, así que se nota que al guionista le da lo mismo el rating, y algunas personas del argumento sí se juntan por afecto o porque se echan de menos, aunque nadie vea esos episodios.
- Sí, definitivamente seríamos una serie con poca audiencia.
- Como de sábado en la tarde, cuando dan puras películas de niños o de perros.
- Pero no importa, me gusta nuestra historia.
- A mí también.
- Ya, ahora deja de hacer drama a partir de nada, y ayúdame a lavar la loza.
- ¿Y si mejor tú la lavas y yo la seco?
- Bueno, pero te tocará sacar la basura.
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