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Han existido durante siglos en tierras indígenas y hace cuatro años que son visitados por turistas que los recomiendan de boca en boca. Hoy son una sorprendente oferta turística regional apoyada por Sernatur.

A 280 Km de Concepción y aproximadamente 2 horas y media de viaje en automóvil se encuentra Ralco, capital de la comuna de Alto Bío Bío y primer enclave en la ruta hacia el valle del río Queuco, que comprende las comunidades pehuenche de Pitril, Cauñicú, Malla Malla, Trapa Trapa y Butalelbún.

Siguiendo la ruta hacia el valle, a 12 Km de Ralco aparecen las dispersas viviendas de Pitril, la primera de las 4 comunidades que ofrece diversos servicios turísticos, entre ellos, la escalada por rutas ancestrales legadas por el pueblo pehuenche y que pertenecen por tradición a las familias dueñas de estas tierras.

"Pitril, Cauñicú, Trapa Trapa y Butalelbún tienen senderos que las comunidades ofrecen para recorridos turísticos y pertenecen a la Red de Senderos Turísticos 'Trekaleyin', que ya tiene 4 años de antigüedad", señala Luis Vita Vita, presidente de esta agrupación y residente de la comunidad de Pitril.

'Trekaleyin', que lleva a cabo experiencias de ecoturismo comunitario, no sólo reúne a los comuneros que administran y llevan a cabo los paseos por los senderos del valle del Queuco, sino también a funcionarios del programa Sendero de Chile de la Conama, voluntarios del Servicio Evangélico para el Desarrollo (Sepade) y de Servicio País. 

Pablo Azúa García, ingeniero agrónomo y coordinador de Sendero de Chile en la región, define el trabajo de estos grupos en la Red como "apoyo técnico al desarrollo local de las comunidades y localidades con quienes trabajamos de forma permanente; los ayudamos a llevar a cabo sus proyectos y, en el caso de Sepade y Servicio País, a diseñar estrategias para la participación ciudadana y la superación de la pobreza".

Veranadas y Mallines

Los senderos cordilleranos pehuenches conducen hacia las veranadas, territorios de crianza estival de animales y recolección del piñón (entre noviembre y abril). "En ellos se encuentran los mallines, praderas ubicadas en altura sobre los 1.000 m y que son características de las planicies de inundación de los valles grandes", explica la geógrafo Marcela Palomino Schalsa.

"En este valle, podemos encontrar desde vegetación de tipo estepa altoandina, como el coirón, mata negra o llareta, hasta bosques de araucaria y árboles de altura, como lenga y ñirre", agrega.

En Pitril se encuentra Koniñamco-Madihueiñ, el primero de los senderos que un turista puede visitar a medida que se adentra por medio de un camino de ripio en buen estado en el valle del Queuco, cuya zona más profunda es la comunidad de Butalelbún. Entre ambos puntos, se sitúan los senderos de Ptra Lafken, ubicado a 10 Km de Pitril, en la comunidad de Cauñicú, y Tripapawe Antu, de Trapa Trapa, 18 Km más adelante.

Butalelbún, donde las montañas cierran el valle y limitan con Argentina, aparece para el viajero tras los últimos 9 Km de recorrido. Aquí encontramos numerosos senderos que se ubican en los relieves de las montañas que sobrepasan los 2.000 metros de altura, y que son recorridos profusamente por los baquianos locales en su afán ganadero y recolector. El sendero de Malal Kawello conduce a un sublime entorno estepario, donde se abren mallines y cursos de agua. "Usted puede subir en el caballo en la mañana, almorzar en la veranada, y en la tarde cabalgar hasta el límite con Argentina y comer un asado de chivo al lado del río", cuenta Juan Luis Rebolledo, anfitrión y guía de este sendero.

Cruzando el valle, es posible recorrer los senderos de Inaprachewe, Pichi Mallín y Menoko Chenke, que serpentean y se cruzan en las faldas de los antiguos rocos que rodean Butalelbún.

La presencia de imponentes jardines naturales de ábroles de altura caracteriza al sendero de Juan Carlos Paine, Pichi Mallín. Su veranada ofrece una vista amplia del valle y brinda descanso al viajero en una ruca de madera junto a una vertiente de agua cordillerana.

Menoko Chenke conecta en la altura con Pichi Mallín y se extiende a través de tupidos bosques de lenga y araucaria, que se ubican sobre y bajo los filos de la meseta que se alza sobre el valle. La veranada de destino es una maravillosa amalgama de verdes prados, una ruca artesanal y cristalinos manantiales. "En el descenso, que se hace a caballo, pasamos por los bosques, una cueva en la que antes había otro manantial, y llegamos hasta el bajo, en el valle", detalla su anfitrión Ambrosio Manquepi.

"Son destinos turísticos impresionantes, que puedes hacer en un día de subirte a caballo y olvidarte de todo, en la tranquilidad de estos paisajes que muy poca gente además de los pehuenches ha recorrido antes", comenta al ocaso de la extensa travesía Marcela Palomino, mientras contempla alrededor del valle las alturas que ha visitado.