Seamos claros. Para un número no menor de fans, la mera posibilidad de ver el logo del "Ratón Miguelito" adornando las futuras producciones cinematográficas basadas en el nutrido repertorio de personajes de la casa Marvel, que hoy incorpora diversas ramas que han resultado igualmente exitosas (animación tradicional, videojuegos y, por supuesto, cómics), provoca urticaria.
Por ello, conviene revisar en detalle qué implica en el mediano plazo la sorpresiva noticia de la compra de la marca Marvel y todo su universo fantástico por la multinacional del entretenimiento Disney.
Por ello, conviene revisar en detalle qué implica en el mediano plazo la sorpresiva noticia de la compra de la marca Marvel y todo su universo fantástico por la multinacional del entretenimiento Disney.
En primer lugar, significa mejores y mayores oportunidades de distribución de los engendros audiovisuales de Marvel. La producción cinematográfica basada en superhéroes de Marvel se ha dirigido, principalmente, en dos vertientes: el cine convencional, por medio de la licencia y venta de franquicias para ser reproducidas (a conveniencia argumental, en muchos casos) por grandes estudios de Hollywood; y el cine y serialización animada, a través de películas y cortometrajes destinados al hogar en formato DVD y Blu-Ray, y series hechas para televisión por estudios reconocidos. Disney, dueña de una red de distribución envidiable y con hondo calado en las fronteras comerciales más disímiles del planeta, permitirá que Marvel se extienda incluso más allá de donde hasta hoy lo ha hecho. El caso más comparable es el alcance que DC Comics alcanzó luego de quedar bajo la tutela de Time Warner Media.
En segundo lugar, la compra de Marvel marca un nuevo comienzo para Disney. Uno que, tal vez, sea una apertura de la industria del pato Donald hacia un mercado que históricamente le ha sido muy esquivo: el de los adolescentes comiqueros y los adultos jóvenes. No es un secreto a voces que las estrategias comerciales de Disney dirigidas a adolescentes se han basado en la producción masiva de "teen idols" y su difusión por los canales que la compañía destina a fomentar sus producciones, como Disney XD. Este canal, en un futuro cercano, ha sido consignado para transmitir todas las producciones animadas (o no) basadas en el universo Marvel. Claramente, los medios de difusión de entretención adolescente de Disney cambiarán su línea editorial para incorporar los nuevos productos provenientes del hogar de símbolos adolescentes y rebeldes como Spider-Man o Hulk.
Y en tercer lugar, significa proyección sin precedentes. John Lasseter, cabeza y genio de Pixar, ya se ha reunido con la gente de Marvel y están absolutamente entusiasmados por producir proyectos conjuntos, basados o no en héroes del cómic, e incluso rescatando a algunos que no son en este momento tan populares. Honestamente, la mera idea de una película basada en personajes de Marvel con la supervisión creativa de Pixar es algo que pone la piel de gallina, ya que subsanaría la mayor falencia que hoy tienen las producciones audiovisuales basadas en Marvel: la calidad de su imagen y formato.
Sin embargo, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y frente a un escenario tan complejo como el actual, en que el cómic evoluciona a un ritmo vertiginoso, ahondando en la especificidad de sus artes visuales, la narrativa no convencional o reinventando sus franquicias más cotizadas en pos de obtener beneficios más suculentos, es difícil pensar que, una vez que Marvel culmine sus contratos comerciales de distribución con otras compañías, o los derechos para el cine de sus marcas más rentables (Spider-Man, Iron Man, etc) expiren, Disney no meta mano para ajustar los contenidos de las futuras producciones de Marvel a sus parámetros de entretención familiar.
Disney, eso sí, se lava las manos con respecto al futuro. Marvel asegura que todos los proyectos que actualmente se llevan a cabo seguirán al mando de la gente de Marvel. No obstante, lo que pase luego es incierto y no se han referido claramente a ello.
La realidad es que Marvel, en su salto al cine o la televisión, se puso el bozal muchísimo antes de pensar siquiera en una unión comercial y creativa con Disney. Ninguna de las producciones en cine basadas en personajes de Marvel goza de una profundidad argumental envidiable o de violencia gráfica realmente alarmante para los padres y niños. Más aún, las películas animadas han descartado de plano todo atisbo de violencia y se han centrado en explorar el compañerismo de los personajes, sus motivaciones y hacer excesivo uso de chistes burdos y de personajes livianos.
En un escenario optimista, Marvel no tendrá la necesidad de sacrificar contenido y calidad en pos de una mejor distribución internacional de sus productos, pues Disney ya asegura con creces esa plataforma. Se presenta, por ende, una instancia ideal para el desarrollo creativo de franquicias blandas, la reinvención de las más cotizadas en pos de un mejor tratamiento, y el surgimiento de nuevos referentes culturales en la forma de superhéroes relegados del primer plano en el cómic.
No olvidemos que, por ejemplo, Harley Quinn no existía en el cómic canónico de Batman hasta que su éxito y popularidad en la serie animada del murciélago que Warner produjo durante los años 90 motivó a DC Comics a incorporarla en la línea oficial del Caballero Oscuro. Hoy, la sicópata consorte del Joker es una de las figuras más cotizadas en el universo de Batman. El poder de instalar nuevas formas de enriquecer el cómic a través de lo audiovisual, sin embargo, tiene escasos precedentes y ocurre en rarísimas circunstancias.
Y es que el cómic es una plataforma independiente del desarrollo audiovisual que sus personajes puedan tener. Seguirá funcionando igual, según sus propios cánones, porque son mercados muy distintos. La transición nunca será natural, y las lecturas comerciales jamás serán acertadas para captar la complejidad de los requerimientos de un lector de viñetas. Por lo tanto, me mantengo expectante a los nuevos horizontes (o no) que Marvel pueda alcanzar apoyado por Disney, y separo tajantemente ese futuro incierto de los lineamientos que Joe Quesada tiene para la Marvel Comics de ayer y hoy.
Y es que el cómic es una plataforma independiente del desarrollo audiovisual que sus personajes puedan tener. Seguirá funcionando igual, según sus propios cánones, porque son mercados muy distintos. La transición nunca será natural, y las lecturas comerciales jamás serán acertadas para captar la complejidad de los requerimientos de un lector de viñetas. Por lo tanto, me mantengo expectante a los nuevos horizontes (o no) que Marvel pueda alcanzar apoyado por Disney, y separo tajantemente ese futuro incierto de los lineamientos que Joe Quesada tiene para la Marvel Comics de ayer y hoy.
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